El efecto del virus Zika sobre el feto podría ser incluso más letal de lo que se pensaba

El virus Zika podría causar más daño al feto de lo que se había sugerido, provocando en potencia una variedad de defectos congénitos que pueden resultar mortales.

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El bebé mortinato de una mujer brasileña de 20 años de edad infectada con el virus Zika casi no tenía tejido cerebral, un defecto de nacimiento conocido como hidranencefalia, según el estudio de caso.

El feto también sufría de microcefalia, el defecto congénito más común que se cree que provoca el virus. La cabeza y el cerebro de los niños con ese defecto congénito no se han desarrollado del todo.

Lo más preocupante es que el feto también mostraba el primer defecto congénito que se ha reportado que podría haber sido provocado por el virus Zika, que afecta a una parte del cuerpo aparte del sistema nervioso central, según los autores del informe.

Unas cantidades peligrosas de fluido acumulado en el feto le provocaron inflamación y daño en distintas partes del cuerpo, una afección conocida como hidropesía fetal, apuntaron los investigadores de Brasil y de la Universidad de Yale.

No es del todo seguro que el virus Zika fuera la causa de esas anomalías, y los expertos dicen que quedan muchas preguntas por responder.

De hecho, algunos profesionales médicos plantean que algunas autoridades sanitarias de Brasil e internacionales declararon de forma prematura un vínculo entre el virus Zika y un aparente aumento en los defectos congénitos.

Entre ellos se encuentran 14 investigadores brasileños y estadounidenses que declararon a la revista Annals of Internal Medicine el 24 de febrero que la conexión entre el virus y la microcefalia “sigue siendo hipotética”. Hasta ahora, las evidencias son circunstanciales, escribieron (1).

Otros expertos sanitarios apuntan que la evidencia contra el virus Zika está aumentando.
Han salido reportes anecdóticos de que el virus Zika provoca otros defectos congénitos, además de la microcefalia, pero “este es el primer caso claramente identificado sobre un vínculo obvio con la infección por el virus Zika que se ha documentado bien en una revista revisada por profesionales”, comentó Stephen Higgs, director del Instituto de Investigación sobre la Bioseguridad de la Universidad Estatal de Kansas.

“El estudio de caso muestra que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos iban por buen camino cuando recomendaron que todas las mujeres embarazadas que hubieran estado en una región afectada por el virus Zika se hicieran pruebas del virus”, dijo la Dra. Veronique Tache, profesora asistente de medicina maternofetal de la Universidad de California, en Davis.

Esta fue la primera vez que Tache escuchó que el virus Zika podría provocar un daño tan amplio en un feto, pero dijo que el informe no la sorprendió.

“Es un hallazgo devastador, pero concuerda con lo que estas infecciones congénitas de inicio temprano pueden hacerle al feto”, aseguró Tache. “El impacto del virus Zika sobre el desarrollo fetal puede compararse al del citomegalovirus (CMV), otra infección fetal que puede provocar una amplia variedad de defectos congénitos y problemas cardiacos”, comentó Tache.

Los niños infectados con el CMV en el útero pueden sufrir de microcefalia, además de pérdida del oído y de la vista, convulsiones y problemas con órganos importantes como el hígado, los pulmones y el corazón, según los CDC.

El efecto que el sarampión puede tener sobre un bebé no nacido podría servir como otro “buen modelo para comprender la trayectoria completa de la infección fetal por el virus Zika”, apuntó el Dr. Amesh Adalja, asociado principal del Centro de Seguridad Sanitaria UPMC, en Baltimore.

“Dado que infectan a un feto que se está desarrollando con rapidez, las infecciones congénitas de todo tipo pueden tener muchísimos efectos sobre varios sistemas orgánicos a medida que se forman. Lo que hace falta es comprender de verdad el rol que el virus Zika podría tener en la causa del desarrollo anómalo no solo del cerebro, sino de todos los sistemas orgánicos del feto en gestación”, advirtió Adalja.

La futura madre brasileña estaba teniendo un embarazo normal durante su primer trimestre, el verano pasado. Eso cambió de forma abrupta en la semana 18 del embarazo, cuando un ultrasonido reveló que el peso del feto estaba muy por debajo de lo normal.

La mujer no reportó ninguno de los síntomas comúnmente asociados con la fiebre zika (como sarpullido, fiebre o dolores en el cuerpo) antes ni durante las primeras etapas del embarazo, informaron los autores del estudio.

Pero en la semana 30 del embarazo el feto mostraba una variedad de defectos congénitos. Los médicos indujeron el parto en la semana 32, después de que un ultrasonido revelara que había muerto.

Los investigadores dijeron que luego confirmaron la presencia del virus Zika en el feto, aparentemente la misma cepa que se propaga actualmente por Latinoamérica y el Caribe. “Toda mujer embarazada que haya visitado una región afectada por el virus Zika debe informar al médico y hacerse un análisis de sangre del virus, idealmente entre dos y doce semanas tras la exposición potencial. Después de eso, la mujer debe someterse a ultrasonidos regulares para seguir de cerca el desarrollo fetal”, planteó Tache. “Hasta la fecha, no hay ningún medicamento antiviral que funcione con el virus Zika, así que estamos entre la espada y la pared. Podemos diagnosticar que ha habido una infección por el virus, pero infectarse no necesariamente significa que se producirán anomalías. No todas las personas que se contagien con el virus Zika tendrán un feto infectado”, comentó Tache.

El virus Zika se identificó por primera vez en Uganda en 1947, pero hasta el año pasado se creía que no conllevaba riesgos graves para la salud. De hecho, aproximadamente 80% de las personas que contraen la infección nunca experimentan síntomas (2).

(1) Puede consultar el artículo completo, en inglés, haciendo clic aquí.

(2) Puede consultar el artículo completo, en inglés, haciendo clic aquí.

Fuente: REC