Cada vez más países adoptan medidas para prevenir el mal uso o el uso excesivo de antimicrobianos, un problema que deriva en la muerte de unas 700.000 personas al año. Pero aun así, se siguen usando para acelerar el crecimiento de animales, a menudo con el fin de obtener mayores beneficios económicos.
Más de 6.500 millones de personas, más de 90% de la población mundial, viven en algún país que implementó o desarrolla un plan de acción nacional contra la resistencia antimicrobiana, según la primera encuesta anual realizada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).
“Casi todos los planes cubren la salud humana y animal de acuerdo a lo recomendado por el enfoque multisectorial ‘una salud’”, indicó la FAO el 17 de noviembre de 2017.
La divulgación del resultado de la encuesta se realizó al final de la Semana Mundial de Concienciación sobre el Uso de Antibióticos, que comenzó el 13 de noviembre de 2017.
Superbacterias feroces
La descuidada eliminación de antibióticos puede producir “superbacterias feroces”, alerta el foro mundial.
De hecho, la creciente resistencia a los antimicrobianos derivada de la eliminación de fármacos, y algunos químicos, al ambiente es uno de los riesgos para la salud humana más preocupantes en la actualidad, concluye una investigación de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
“Es aterrador: podríamos estar incitando el desarrollo de superbacterias feroces por ignorancia y negligencia”, alertó el 5 de este mes el director ejecutivo de ONU Medio Ambiente, Erik Solheim.
El Informe de Fronteras, presentado el segundo día de la Asamblea de ONU Medio Ambiente, que concluyó el 6 de este mes en Nairobi, analiza la dimensión ambiental de la resistencia antimicrobiana en nanomateriales, en las áreas marinas protegidas, en las tormentas de arena y polvo, en soluciones solares fuera de la red y en el desplazamiento ambiental, observando el papel del ambiente en la emergencia y la propagación de la resistencia a los antibióticos, que es particularmente preocupante.
El otro problema que denuncia el estudio es el uso excesivo y el mal uso de antibióticos, antimicóticos, antivirales o antiparasitarios, cuyo uso está generalizado para prevenir enfermedades en la cría de animales y para promover el crecimiento, pues genera resistencia, lo que dificulta o imposibilita el tratamiento de las enfermedades que busca atender.
De proporciones épicas
“Los humanos expuestos a esos patógenos resistentes a antimicrobianos también se ven afectados de la misma forma”, precisa el documento, que agrega que la lucha contra ese problema, que toma “proporciones épicas”, está en sus inicios.
Todavía hay flaquezas que atender, como en los sectores de alimentación y agricultura de países de ingresos bajos y medios, escenarios clave de la lucha contra la resistencia de las superbacterias a los medicamentos convencionales, alerta la FAO.
“En particular, faltan muchos datos sobre dónde, cómo y en qué medida se usan los antimicrobianos en la agricultura, así como sistemas e instalaciones para registrar la ocurrencia de la resistencia en los sistemas alimentarios, y es necesario fortalecer el entorno”, añadió.
“El objetivo es ayudarlos a desarrollar las herramientas y las capacidades para implementar mejores prácticas en la producción animal y agrícola, reducir la necesidad de antimicrobianos en los sistemas alimentarios, desarrollar la capacidad de vigilancia para evaluar la escala de la resistencia y los esfuerzos para controlar y fortalecer los marcos regulatorios con el fin de minimizar el mal uso de antibióticos, a la vez que garantizar el acceso a fármacos para tratar animales enfermos”, explicó Ren Wang, director general adjunto de la FAO para la protección de la agricultura y el consumo.
¿Cuál es el problema?
Desde la introducción de la penicilina a mediados del siglo XX, el tratamiento con antimicrobianos se ha usado tanto en medicina como en veterinaria. Pero con la intensificación de la agricultura, el uso se extendió a la prevención de enfermedades y como instrumentos para reforzar el crecimiento, recuerda la FAO.
Así, los antimicrobianos pasaron a usarse en animales sanos en instalaciones con malas condiciones de sanidad como forma de prevenir la propagación de alguna enfermedad cuando aparece un animal enfermo.
Además, se agregaron antimicrobianos, en dosis bajas, a las raciones animales para promover el crecimiento animal. La FAO alerta que “cada vez más países prohíben el uso de antimicrobianos como promotores de crecimiento, pero sigue siendo una práctica común en muchas partes del mundo”.
No lo dice el foro mundial, pero puede deducirse que detrás de esa práctica hay un interés por generar más ganancias.
La FAO también alerta de que en las próximas décadas, el uso de antimicrobianos en la producción y la salud animal probablemente aumente por la expansión económica y el crecimiento de la población mundial y una mayor demanda de alimentos de origen animal. De hecho, se proyecta que se duplicará su uso en el ganado en 20 años.
“Es altamente probable que el uso excesivo de antimicrobianos en la ganadería y la acuicultura contamine el ambiente y contribuya al aumento de la resistencia a microorganismos”, alerta.
“Eso supone una amenaza no solo para la salud humana, sino también para la animal, el bienestar animal y la producción ganadera sostenible, lo que tiene implicaciones para la seguridad alimentaria y el sustento de las personas”, añade.
La OMS explica que la resistencia antimicrobiana es un fenómeno natural por medio del cual microorganismos como bacterias, virus, parásitos y hongos pierden sensibilidad a los efectos de fármacos, como antibióticos, que antes eran efectivos para tratar infecciones.
“Todo uso de antimicrobianos puede terminar generando resistencia. Cuanto más antimicrobianos se usen, más probable es que los microorganismos desarrollen resistencia, y el mal uso y el uso excesivo de antibióticos acelera el proceso”, precisa.
El mal uso se refiere a utilizar una dosis incorrecta o a administrarlo con una frecuencia equivocada o por un tiempo insuficiente o excesivo, añade.
Peligros
“La resistencia antimicrobiana se asocia al aumento de la mortalidad, a la prolongación de enfermedades en personas y animales, a la pérdida de producción en la agricultura, la ganadería y la acuicultura”, subraya la OMS.
Una situación que “amenaza la salud mundial, los medios de ingresos y la seguridad alimentaria. La resistencia también aumenta el costo de los tratamientos y de la atención”, puntualiza.
Por su parte, el director ejecutivo de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, subrayó: “La resistencia a antibióticos es una crisis global que no podemos ignorar. Si no hacemos frente a esa amenaza con acciones fuertes y coordinadas, la resistencia antimicrobiana nos devolverá a una época en que la gente tenía miedo hasta de las infecciones más comunes, y su vida corría peligro hasta por cirugías menores”.