En los últimos meses la comunidad médica ha estado centrando su atención –y preocupación– en el virus Zika y los riesgos del contagio de esta infección durante el embarazo. El Zika ha dejado secuelas terribles, principalmente en Brasil, por los defectos congénitos que causa al feto cuando una mujer se contagia durante el embarazo. Sin embargo, hay otro virus del que casi no se habla, que es mucho más prevalente que el Zika y que plantea una amenaza mucho más grande para las mujeres embarazadas.
Se trata del citomegalovirus (CMV), el principal causante de malformaciones como microcefalia y sordera en recién nacidos.
“Mientras todos han estado preocupados por los bebés contagiados con el virus Zika (con buena razón), hay otra infección viral que ha estado causando miles de defectos de nacimiento en Estados Unidos cada año”, dijo el Dr. Mark Schleiss, director de enfermedades infecciosas pediátricas de la Escuela de Medicina de la Universidad de Minnesota.
Sólo en Estados Unidos, cada año entre 20.000 y 40.000 bebés nacen con este trastorno llamado infección congénita por CMV. Al menos 20% de ellos, unos 8.000, tienen o desarrollan discapacidades permanentes como sordera, microcefalia y déficits intelectuales. El problema, dicen los expertos, es global.
“No sólo en Estados Unidos sino también en Europa es la principal causa de malformaciones congénitas”, dijo el Dr. Alejandro Reyes Martín, pediatra especialista en neurología del Hospital Universitario ‘Príncipe de Asturias’ de Alcalá de Henares y profesor de la Universidad de Alcalá de Henares.
“Aproximadamente 0,5% de los recién nacidos en Europa nacen con infección congénita por CMV y entre los problemas que causa está la microcefalia, problemas de audición, problemas de desarrollo motor, desarrollo sensorial, fracaso escolar, etc.”.
En el mundo en desarrollo, aunque no hay datos precisos sobre la prevalencia del virus, se calcula que la incidencia de la infección congénita por CMV es de entre 1 y 5% de los nacimientos, según un estudio del Laboratorio Nacional de Salud y el Hospital Groote Schuur de la Universidad de Cape Town, en Sudáfrica, publicado en 2013.
Propagación
El CMV pertenece a la familia Herpesviridae. Se propaga con los fluidos corporales, como saliva y orina y puede transmitirse por contacto cercano con niños pequeños que portan el virus cuando, por ejemplo, se les cambia el pañal. También puede transmitirse con los besos y las relaciones sexuales y una vez que el virus entra en el organismo, queda allí para toda la vida y puede volver a reactivarse.
La mayoría de la gente con CMV no presenta síntomas. Pero el virus puede causar serios problemas si una mujer embarazada contagia al feto durante la gestación.
Los expertos aseguran que el CMV puede ser “devastador para el feto. En las mujeres embarazadas las dos formas de contraer el CMV más comunes son el contacto con la saliva y la orina de los niños pequeños y el contacto sexual. Si el virus afecta al principio del embarazo, las malformaciones pueden ser graves y se puede perder el feto”, explicó Reyes. “Pero lo que produce más problemas, en relación con la sordera, microcefalia, con retraso sensorial, etc., son las infecciones en el tercer trimestre del embarazo”, agregó.
Aunque un bebé que tiene la infección puede parecer sano, los problemas de salud o discapacidades pueden presentarse dos años o más después del nacimiento o pueden no aparecer nunca.
“Sin embargo, si el virus se diagnostica de forma precoz en un bebé que nace con sospecha de infección por CMV puede tratarse con medicamentos antivirales en sus primeras semanas de vida”, aseguró el pediatra.
Y hay evidencia de que incluso los recién nacidos que no presentan síntomas de la infección pueden beneficiarse con el tratamiento para disminuir la incidencia de complicaciones más tarde en la vida, principalmente la sordera. El problema es que no hay programas universales para detectar la infección en los recién nacidos.
Y ahora se está reavivando el debate entre la comunidad médica sobre si deben establecerse programas de detección universal de la presencia de anticuerpos contra el CMV entre las embarazadas.
Concienciación y prevención
Los expertos afirman que es necesario llevar a cabo más concienciación con las embarazadas sobre el virus y sus efectos para evitar que la infección se propague y minimizar los riesgos de que las madres contagien al bebé. Particularmente por el contacto permanente que una mujer embarazada puede tener con un niño pequeño que porta el virus.
“Tienen el riesgo de contagio no sólo por el contacto con la orina, sino con el contacto con excretas, e incluso se ha llegado a aislar el virus en las lágrimas, el sudor, además de que es una infección de transmisión sexual”, explicó Reyes.
Hasta ahora no hay una vacuna para prevenir la infección. De manera que, tal como aseguran los expertos, es necesario crear más conciencia entre las embarazadas sobre los riesgos del CMV.
Según el Dr. Mark Scheleiis, de la Universidad de Minnesota, “el CMV debe ser una prioridad tan urgente como el Zika. Desde hace décadas se ha estado pidiendo que se desarrolle una vacuna y todavía no contamos con ella, en parte debido a la falta de conciencia pública sobre el CMV”, agregó.
Con lo que Reyes está de acuerdo. “No hay ninguna duda de que el Zika tiene mucha más visibilidad a pesar de que en Europa se ven muchos más casos de microcefalia producidos por el citomegalovirus que por el Zika. Así que hay que aplaudir la iniciativa de hablar del citomegalovirus en esta sociedad que está más preocupada por el virus Zika que por el citomegalovirus”, aseguró el experto.
Fuente: REC