¿Qué es Esquistosomiasis y cómo se diagnostica?

La esquistosomiasis se diagnostica mediante la detección de huevos del parásito en muestras de heces u orina. La detección de anticuerpos y/o antígenos en las muestras de sangre u orina también es un indicio de infección.

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Datos y cifras

  • La esquistosomiasis es una enfermedad aguda y crónica causada por gusanos parásitos.
  • La infección se contrae al realizar actividades agrícolas, domésticas profesionales o recreativas habituales en las que hay contacto con aguas infestadas.
  • La falta de higiene y algunas actividades lúdicas de los niños en edad escolar, incluidas la natación y la pesca en aguas infestadas, los hacen particularmente vulnerables a la infección.
  • El control de la esquistosomiasis se centra en la reducción del número de casos mediante el tratamiento periódico y a gran escala de la población con prazicuantel; un enfoque más amplio relativo al agua potable, el saneamiento apropiado y la lucha contra los caracoles también limitaría la transmisión.
  • Se estima que al menos 258 millones de personas necesitaron tratamiento preventivo contra la esquistosomiasis en 2014.
  • El número de personas tratadas contra la esquistosomiasis en 2014 ascendió a más de 61,6 millones de personas.

La esquistosomiasis es una enfermedad parasitaria aguda y crónica causada por duelas sanguíneas (trematodos) del género Schistosoma. Se estima que al menos 258 millones de personas necesitaron tratamiento en 2014. El tratamiento de prevención, que se debería repetir durante algunos años, permite reducir y prevenir la morbilidad. Hay constancia de la transmisión de la enfermedad en 78 países. Sin embargo, la quimioterapia preventiva para la esquistosomiasis, en la que se aplica un tratamiento a gran escala a personas y comunidades, solamente se requiere en 52 países endémicos con transmisión de moderada a alta.

Transmisión

La transmisión se produce cuando las personas infectadas con esquistosomiasis contaminan fuentes de agua dulce con huevos del parásito, contenidos en sus excretas, que luego se incuban en el agua.

Las personas se infectan cuando las formas larvarias del parásito, liberadas por caracoles de agua dulce, penetran en la piel durante el contacto con aguas infestadas.

En el interior del organismo, las larvas se convierten en esquistosomas adultos, que viven en los vasos sanguíneos, donde las hembras ponen sus huevos. Algunos de esos huevos salen del organismo con las heces o la orina y continúan el ciclo vital del parásito. Otros quedan atrapados en los tejidos corporales, donde causan una reacción inmunitaria y un daño progresivo de los órganos.

Epidemiología

La esquistosomiasis es prevalente en las regiones tropicales y subtropicales, especialmente en las comunidades pobres sin acceso a agua potable segura ni a saneamiento adecuado. Se estima que al menos un 90% de las personas que necesitan tratamiento contra la esquistosomiasis vive en África.

Hay dos formas principales de esquistosomiasis (intestinal y urogenital), causadas por las cinco grandes especies de duelas sanguíneas (véase la tabla).

Tabla: Especies de parásitos y distribución geográfica de la esquistosomiasis
Especies Distribución geográfica
Esquistosomiasis intestinal Schistosoma mansoni África, Oriente Medio, Caribe, Brasil, Suriname, Venezuela
Schistosoma japonicum China, Filipinas, Indonesia
Schistosoma mekongi Varios distritos de Cambodia y la República Democrática Popular Lao
Schistosoma intercalatum y su congénere S. guineansis Zonas de pluvisilva de África central
Esquistosomiasis urogenital Schistosoma haematobium África, Oriente Medio, Córcega (Francia)

La esquistosomiasis afecta principalmente a las comunidades pobres y rurales, en particular las poblaciones agrícolas y pesqueras. Las mujeres que realizan tareas domésticas en aguas infestadas, por ejemplo, lavar la ropa, también corren riesgos. Los niños son especialmente vulnerables a la infección debida a higiene inapropiada y contacto con agua infestada.

Los movimientos de refugiados y la migración hacia las ciudades están introduciendo la enfermedad en nuevas zonas. El aumento de la población y las correspondientes necesidades de energía y agua generan a menudo planes de desarrollo y modificaciones ambientales que también contribuyen a aumentar la transmisión.

El aumento del ecoturismo y los viajes “fuera de las rutas más trilladas” están haciendo que aumente el número de turistas con esquistosomiasis. A veces los turistas presentan infecciones agudas graves y problemas poco habituales, como la parálisis.

La esquistosomiasis urogenital también se considera un factor de riesgo de infección por VIH, sobre todo en la mujer.

Síntomas

Los síntomas de la esquistosomiasis son causados por la reacción del organismo ante los huevos del gusano.

La esquistosomiasis intestinal puede producir dolor abdominal, diarrea y sangre en las heces. En los casos avanzados es frecuente la hepatomegalia (aumento de tamaño del hígado), que se asocia frecuentemente a ascitis (acumulación de líquido en la cavidad peritoneal) e hipertensión portal (hipertensión en los vasos sanguíneos abdominales). En esos casos también puede haber esplenomegalia (aumento de tamaño del bazo).

El signo clásico de la esquistosomiasis urogenital es la hematuria (sangre en la orina). En los casos avanzados son frecuentes la fibrosis de la vejiga y los uréteres, así como las lesiones renales. El cáncer de la vejiga es otra posible complicación tardía. Las mujeres con esquistosomiasis urogenital pueden presentar lesiones genitales, hemorragias vaginales, dispareunia (dolor durante las relaciones sexuales) y nódulos vulvares. En el hombre puede ocasionar trastornos de la vesícula seminal, la próstata y otros órganos. La enfermedad también pueden tener otras consecuencias tardías irreversibles, tales como la infertilidad.

Los efectos económicos y sanitarios de la esquistosomiasis son considerables, ya que provoca más discapacidad que muertes. En los niños puede causar anemia, retraso del crecimiento y problemas de aprendizaje, aunque los efectos suelen ser reversibles con el tratamiento. La esquistosomiasis crónica puede afectar a la capacidad de trabajo y en algunos casos puede ser mortal.1 El número de muertes atribuibles a la esquistosomiasis es difícil de calcular debido a la existencia de patologías ocultas conexas como la insuficiencia hepática y renal y el cáncer de vejiga. Así pues, las estimaciones de la mortalidad derivada de esta enfermedad varían enormemente entre 20 000 y 200 000 muertes al año.

Diagnóstico

La esquistosomiasis se diagnostica mediante la detección de huevos del parásito en muestras de heces u orina. La detección de anticuerpos y/o antígenos en las muestras de sangre u orina también es un indicio de infección.

Para la esquistosomiasis urogenital, la técnica habitual consiste en pasar la orina por filtros de nailon, papel o policarbonato. Los niños infestados por S. haematobiumtienen casi siempre microhematuria, que se puede detectar con tiras reactivas.

En la esquistosomiasis intestinal los huevos pueden detectarse al microscopio en muestras de heces colocadas entre dos portaobjetos de cristal o entre un portaobjetos y papel de celofán empapado en glicerina con azul de metileno, lo que se conoce como técnica Kato-Katz.

En el caso de las personas que viven en zonas no endémicas o de baja transmisión, las pruebas serológicas e inmunológicas podrían ser útiles para determinar la exposición a la infección y la necesidad de realizar un examen, una tratamiento y su seguimiento a fondo.

Prevención y control

El control de la esquistosomiasis se basa en tratamientos a gran escala de los grupos de población en riesgo, el acceso a agua salubre, la mejora del saneamiento, la educación sobre la higiene y el control de los caracoles.

La estrategia de la OMS para controlar la esquistosomiasis se centra en la reducción del número de casos mediante el tratamiento periódico y focalizado con prazicuantel mediante el tratamiento a gran escala (quimioterapia preventiva) de las poblaciones afectadas. Esto implica el tratamiento periódico de todas las personas pertenecientes a grupos de riesgo. En unos pocos países, en los que la transmisión es baja, se debería procurar la eliminación de la enfermedad.

Los grupos destinatarios del tratamiento son:

  • los niños en edad escolar de las zonas endémicas;
  • los adultos que se consideren en riesgo en las zonas endémicas, como las mujeres embarazadas y lactantes, las personas cuyos trabajos impliquen contacto con aguas infestadas, como la pesca, las labores agrícolas o la irrigación, y las mujeres cuyas tareas domésticas las ponen en contacto con aguas infestadas;
  • las comunidades enteras residentes en zonas altamente endémicas.

La frecuencia del tratamiento depende de la prevalencia de la infección en niños de edad escolar. En zonas con transmisión alta el tratamiento puede tener que repetirse anualmente durante varios años. El seguimiento es esencial para determinar los efectos de las intervenciones de control.

El objetivo consiste en reducir el número de casos: el tratamiento periódico de las poblaciones en riesgo curará los síntomas leves y evitará que las personas infectadas desarrollen las fases tardías de la enfermedad crónica grave. Ahora bien, una de las principales limitaciones para el control de la esquistosomiasis es la disponibilidad limitada de prazicuantel. Los datos de 2013 revelan que solo se pudo administrar tratamiento al 13,1% de las personas que lo necesitaban.

El prazicuantel es el tratamiento recomendado contra todas las formas de esquistosomiasis. Es eficaz, seguro y de bajo costo. Aunque puede haber reinfección tras el tratamiento, el riesgo de padecer enfermedad grave disminuye, e incluso se revierte cuando el tratamiento se inicia y repite en la infancia.

La lucha contra la esquistosomiasis se ha realizado con éxito en los últimos 40 años en algunos países, entre ellos Arabia Saudita, el Brasil, Camboya, China, Egipto, Mauricio y la República Islámica del Irán. Existen datos que señalan la interrupción de la transmisión de esquistosomiasis en Marruecos. En Burkina Faso, el Níger, Sierra Leona y el Yemen se pudo extender el tratamiento de la esquistosomiasis al ámbito nacional y se consiguieron resultados en pocos años. En algunos países se está evaluando el estado de la transmisión.

En los últimos 10 años se han realizado campañas de tratamiento a gran escala en algunos países subsaharianos en los que viven la mayor parte de las personas en riesgo.

Respuesta de la OMS

La labor de la OMS en relación con la esquistosomiasis forma parte de una estrategia integrada de control de las enfermedades tropicales desatendidas. Aunque son muy diversas desde el punto de vista médico, estas enfermedades tienen características comunes que hacen que persistan en condiciones de pobreza, en las que se suelen agregar y solapar.

La OMS coordina la estrategia de quimioprofilaxis en consulta con los centros colaboradores y los asociados de las instituciones académicas y de investigación, del sector privado, de las organizaciones no gubernamentales, de los organismos internacionales y de otras organizaciones de las Naciones Unidas. La OMS también elabora directrices técnicas e instrumentos para uso de los programas nacionales de control.

En colaboración con diversos asociados y con el sector privado, la OMS ha preconizado un mayor acceso al prazicuantel y a los recursos necesarios para aplicar la medida. El sector privado y los asociados para el desarrollo se han comprometido a facilitar una cantidad importante de prazicuantel para tratar cada año a más de 100 millones de niños en edad escolar.


1 Quantification of clinical morbidity associated with schistosome infection in sub-Saharan Africa. 2003 May;86(2-3):125-39. van der Werf MJ1