La transmisión materna de la Enfermedad de Chagas ya causa más casos que la vectorial

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La enfermedad de Chagas, transmitida en el imaginario popular por vinchucas en viviendas precarias rurales de las provincias endémicas, está cambiando de cara. Debido a los progresos en el control del insecto que actúa como vector del parásito, médicos y autoridades advierten que en Argentina ya son más los nuevos casos originados por vía vertical o congénita, aunque menos de 10% de los eventos se notifica y se calcula que más de la mitad de las veces se pierde la oportunidad de un tratamiento precoz, rápido y efectivo.

El escenario de la dinámica de transmisión ha cambiado. Un reciente trabajo estudió el fenómeno en el período 2002-2014. En el país nacen alrededor de 1.500 niños por año con la infección por Trypanosoma cruzi. Y aunque los únicos datos disponibles provienen del sector público, se comprobó que la tasa de transmisión madre-hijo en las distintas provincias no guarda relación con la proporción de embarazadas positivas para el parásito ni con el riesgo de la población de contraer la infección por picaduras de vinchuca.

Para los especialistas, las derivaciones del hallazgo son claras: la percepción de riesgo de transmisión congénita no debería limitarse a las provincias y zonas que solían considerarse las más asoladas. En términos absolutos, hoy habría más personas infectadas en grandes urbes que en áreas endémicas.

Se calcula que hace 30 años había alrededor de 10 veces más casos por picaduras de vinchuca que por transmisión madre-hijo. Sin embargo, las vías se invirtieron. El informe estadístico más reciente de la Organización Mundial de la Salud, publicado en 2015 con datos de 2010, ya estimaba que en Argentina la transmisión de la madre producía más infecciones que la vectorial: 1.457 versus 1.078. Y la última guía de la Secretaría de Gobierno de Salud para la atención al paciente con Trypanosoma cruzi, de julio de 2018, oficializó la presunción: “Se estima que la vía congénita de infección sería la más frecuente en la generación de nuevos casos”. La transmisión por donación de sangre o trasplante de órganos hoy es virtualmente inexistente por los controles de laboratorio.

Es probable que sea así, pero no existen datos fehacientes, ya que no se realiza una búsqueda sistemática de los casos congénitos.

Pero no todos los binomios madre-bebé corren la misma suerte. Aunque las revisiones de la literatura muestran que la probabilidad de transmisión vertical, si no se realiza ninguna intervención, promedia 5%, los investigadores admiten que se ignoran muchos factores que influyen en el proceso: una madre puede transmitir la enfermedad a 1 de 3 hijos, o a 4 de 5.

Desde 2014, se sabe que tratar a las niñas o mujeres en edad fértil con antiparasitarios antes de que se embaracen elimina o reduce de manera sustancial el riesgo de que el bebé se infecte. Por otra parte, detectar la enfermedad de Chagas en el embarazo o en el recién nacido habilita a tres intervenciones simples y efectivas: comprobar si el bebé nació con la infección; medicarlo y curarlo en caso necesario, y medicar a la mujer después del parto para prevenir la transmisión a futuros hijos. El tratamiento en esa fase tiene una alta eficacia, superior a 95%.

El problema es que si bien las guías de la Secretaría de Salud y las leyes nacionales 26.271 de pesquisa neonatal y 26.281 de prevención y control de la enfermedad de Chagas establecen su control en todas las embarazadas y el estudio del recién nacido hijo de madre infectada, en la práctica se realiza de forma muy irregular. Por ejemplo, se calcula que de 55 a 80% de los bebés se “pierden” durante el seguimiento y no regresan para su control a los 10 meses, la edad mínima en que puede diagnosticarse la enfermedad de Chagas por el método clásico.

En marzo de este año, la Fundación Mundo Sano lanzó la campaña ‘Ningún bebé con Chagas’, para visualizar lo que define como una “enfermedad injusta”, que puede y debe ser detectada y tratada.

Sin descuidar la lucha contra el vector, los sistemas de salud deben comprometerse a ofrecer el diagnóstico y tratamiento oportuno en el primer nivel de atención, que es donde la mayoría de los afectados pueden ser asistidos. Un niño que no se trata se convertirá en un adulto con enfermedad de Chagas crónica, con el riesgo de complicaciones que implica. Son medidas auspiciosas los estudios en marcha para acelerar el diagnóstico en recién nacidos y acortar la duración y la dosis del esquema antiparasitario, incluyendo un ensayo clínico conducido por el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria y la Universidad de Tulane (Estados Unidos) en 600 mujeres en edad fértil de Chaco, Santiago del Estero y Tucumán

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Fuente: REC