Y no es para menos. Con una altísima tasa de letalidad asociada, la infección de las meninges causa cerca de 380.000 muertes al año, la mayor parte de las cuales (hasta un cuarto de millón) en niños menores de cinco años.
La implementación de nuevas y muy eficaces vacunas en las últimas dos décadas contra los principales patógenos causantes de la meningitis bacteriana ha permitido disminuir de forma notable la incidencia de esta enfermedad, sobre todo en Occidente. Sin embargo, los países pobres, y el continente africano en particular, siguen sufriendo esta infección de forma desproporcionada.
Además de los brotes epidémicos que afectan puntual y recurrentemente a la zona geográfica del cinturón del Sahel, y que pueden causar decenas de miles de casos anuales, existen otros factores que favorecen una incidencia exageradamente alta de casos en la zona. Estas incluyen la fragilidad de sus sistemas de salud, la falta de implementación o ausencia de vacunas para algunos de los patógenos que las causan, o la alta prevalencia de coinfecciones predisponentes, como el sida. Pero lo peor de todo es que las cifras de casos que la comunidad científica maneja son probablemente solo una modesta fracción de la totalidad de los que realmente se producen.
Esta incongruencia entre el número de casos diagnosticados y la incidencia real responde a las dificultades que entraña el diagnóstico de la meningitis. Para un reconocimiento certero es preciso analizar el líquido cefalorraquídeo, lo que requiere realizar una punción con una aguja en la zona lumbar de la espalda, un procedimiento nada inofensivo, y que debe ser realizado por un clínico en un entorno hospitalario, ya que entraña riesgos para la salud del paciente, sobre todo si este es muy pequeño. Además, el análisis de este líquido requiere una infraestructura laboratorial sofisticada, frecuentemente no disponible en los hospitales y centros de salud de los países más pobres.
Todos estos desafíos implican que en las zonas más pobres del mundo –donde la incidencia de las meningitis es mayor– se realicen muy pocas punciones para confirmar o descartar su diagnóstico y, por tanto, el impacto real de las meningitis en la salud global está claramente subestimado. Si a esto se le añade que su sintomatología clínica es muy inespecífica –sobre todo en los niños más pequeños– y que tiende a confundirse con otras infecciones más banales de la primera infancia, podremos entender que apenas vislumbramos la punta del iceberg
Paradójicamente, en los países ricos, el problema es exactamente el contrario. Las punciones lumbares son un procedimiento frecuente y muy protocolizado, con el objetivo precisamente de no dejar sin diagnóstico ni un caso de meningitis. Este razonable celo conlleva, sin embargo, que alrededor de 95 de cada 100 punciones lumbares sean negativas: una tasa excesivamente alta de pruebas innecesarias.
Ante estos dos escenarios antagónicos, parece razonable considerar que los métodos diagnósticos actualmente utilizados para descartar las meningitis requieren un replanteamiento urgente, y es justo en este cuello de botella donde existe espacio para la innovación, y donde la tecnología puede acudir en nuestra ayuda. El desarrollo de métodos de diagnóstico basados en el uso de la ecografía de alta frecuencia aplicada a la ventana “natural” que ofrece la fontanela aún sin cerrar de los niños más pequeños, permitiría contar las células en el líquido cefalorraquídeo sin necesidad de extraer éste mediante una punción lumbar. Una alternativa radicalmente innovadora para el cribado eficaz de las meningitis. Tal metodología ofrecería la posibilidad real de descartar la infección sin necesidad de procedimientos especializados o frecuentemente inaccesibles a los sistemas de salud africanos. La visualización de un líquido cefalorraquídeo libre de células permitiría descartar la meningitis, así como una alta sospecha podría desencadenar un tratamiento inmediato o al menos proveer la suficiente evidencia como para realizar una punción lumbar confirmatoria. Y en caso de duda, y debido a la inocuidad de la nueva prueba, ésta podría repetirse tantas veces cómo fuese necesario.
La idea es simple, pero su ejecución no está exenta de dificultades técnicas, y el primer prototipo diseñado por el ingeniero y emprendedor español Xavier Jiménez, elegido como el Innovador del Año gracias a su proyecto New Born Solutions, aún debe ser formalmente validado1. Para esta tarea, el Instituto de Salud Global de Barcelona, un centro impulsado por la Obra Social ‘la Caixa’, ha recibido fondos específicos para una prueba de concepto, que será realizada en Mozambique, un país donde la incidencia de meningitis bacteriana es hasta 10 veces superior a la de España.
Sin duda, este es un primer, firme y muy ambicioso paso destinado a revolucionar definitivamente el diagnóstico de las meningitis, permitiendo así mejorar su detección precoz y manejo, y con ellos, las posibilidades de supervivencia. Es también otro excelente ejemplo de que las mentes más creativas del país pueden usar su talento para mejorar la calidad de vida de aquellos que más lo necesitan.
- Ver ‘Crean un dispositivo para diagnosticar la meningitis sin necesidad de una punción lumbar’ en Reporte Epidemiológico de Córdoba N° 1.870, de fecha 23 de enero de 2017.
Fuente: REC