La epidemia de fiebre zika, una infección viral transmitida por los mosquitos que provocaba graves defectos congénitos, afectó a más personas de lo que se pensaba, muestra una nueva investigación.
Se analizaron datos de 15 países y territorios de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe, con una población combinada de 507 millones, y se concluyó que hubo más de 132 millones de infecciones por el virus Zika entre 2015 y 2018.
Esa cifra es mucho mayor que el estimado de 800.000 infecciones de la Organización Panamericana de la Salud, una oficina regional de la Organización Mundial de la Salud.
Los resultados muestran la necesidad de mejorar los sistemas actuales de vigilancia de las enfermedades infecciosas, sobre todo las que resultan en grandes cantidades de infecciones asintomáticas.
En realidad se reportó menos de 1% de los casos, lo que muestra que los actuales sistemas de vigilancia solo detectan un pequeño porcentaje de las infecciones reales.
Se observan algunas similitudes con la actual pandemia de COVID19. Entre 20 y 50% de las infecciones por el virus Zika son asintomáticas. Pero incluso cuando hay síntomas, tienden a ser leves, de forma que si la infección no tiene la gravedad suficiente como para que los individuos busquen atención médica, esos casos quizá no se diagnostiquen.
Aunque los casos de fiebre zika se han reducido de forma sustancial desde 2018, los potenciales brotes futuros siguen siendo preocupantes.
La investigación sugiere la necesidad de una mejor comprensión sobre cuánta transmisión ocurre dentro de una comunidad. El riesgo de defectos congénitos en los hijos de mujeres embarazadas infectadas con el virus del Zika requirió un sistema de vigilancia separado, en que se hacían pruebas tanto a las madres como a los bebés, para capturar a un indicador más preciso de la infección subyacente.
Sin pruebas generalizadas y una vigilancia más abarcadora, los expertos pueden no darse cuenta de lo extenso que es un brote en la población general.