El Colegio de Bioquímicos de la Provincia de Buenos Aires, acerca el artículo publicado en la revista Nature de Smriti Mallapaty (18 de abril de 2020), doi: 10.1038/d41586-020-01115-z
Las pruebas de anticuerpos han capturado la atención del mundo por su potencial para ayudar a que la vida vuelva a la normalidad, al revelar quién ha estado expuesto y ahora podría ser inmune al nuevo coronavirus.
Docenas de compañías de biotecnología y laboratorios de investigación, se han apresurado a producir análisis bioquímicos para uso en sangre. Los gobiernos de todo el mundo han comprado miles de equipos, con la esperanza de poder orientar las decisiones sobre cuándo relajar las medidas de distanciamiento social y hacer que las personas vuelvan a trabajar. Algunos incluso han sugerido que las pruebas podrían usarse como un “pasaporte de inmunidad”, otorgando al propietario la autorización para interactuar nuevamente con los demás. Muchos científicos comparten este entusiasmo.
El objetivo inmediato, es tener una prueba que pueda decirle a la atención médica y a otros trabajadores esenciales si todavía están en riesgo de infección, dice David Smith, un virólogo clínico de la Universidad de Australia Occidental en Perth. En el futuro, también podrían evaluar si los candidatos a vacunas, dan inmunidad a las personas. Pero como con la mayoría de las nuevas tecnologías, hay indicios de que las promesas de las pruebas de anticuerpos para COVID-19 se han sobrevendido y sus desafíos se han subestimado.
Los equipos han inundado el mercado, pero la mayoría, no son lo suficientemente precisos como para confirmar si una persona ha estado expuesta al virus. No está suficientemente probado si las pruebas son confiables o si nos pueden indicar si alguien es inmune a la reinfección. Pasará un tiempo antes de que los equipos sean tan útiles como se esperaba, “Los países todavía están reuniendo pruebas”.
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