Un investigador catalán apoyado por la OMS proyecta un estudio único en el mundo para cortar la transmisión del coronavirus

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El médico catalán Oriol Mitjà es entusiasta y rescató el conocimiento que hasta ahora se ha logrado sobre el virus COVID-19. " Estamos haciendo avances que en circustancias normales hubieran tardado años" (Foto: Facebook Oriol Mitja)

Se trata del médico investigador Oriol Mitjà, especializado en enfermedades infecciosas y en la erradicación de enfermedades tropicales del Hospital Universitari Germans Trias I Pujol, en Barcelona, España. En diálogo con Infobae explicó de qué se trata el primer ensayo clínico del mundo para frenar la transmisión de COVID -19. “Es una propuesta pionera que no busca la curación de los pacientes, sino evitar el contagio”

En plena pandemia global por COVID-19 y con uno de los epicentros en su país natal – España- hicieron que la voz del médico catalán Oriol Mitjà no solo adquiriera relevancia por su contenido, sino también por el asertividad de sus aportes.

Mitjá es profesor asociado en el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol de Badalona, es jefe de la unidad de ITS del hospital Germans Trias i Pujol e investigador asociado en ISGlobal. Tal vez sin quererlo -o sí- se ha configurado es un líder activo de comunicación positiva de la pandemia en España, y a la vez que no ha dejado de dedicar equipo y esfuerzos a encontrar una salida lo más veloz posible a la situación.

Realizó su investigación pre y postdoctoral en Papúa Nueva Guinea y ha centrado su programa de investigación clínica en el desarrollo de herramientas diagnósticas y terapéuticas para el tratamiento de enfermedades tropicales desatendidas de la piel. Es asesor de la Organización Mundial de la Salud y ha sido miembro del comité organizador de seis reuniones internacionales sobre pian, una infección bacteriana crónica que afecta la piel, los huesos y los cartílagos de niños de zonas tropicales de África, Asia y América Latina.

El COVID-19 lo sorprendió investigando sobre enfermedades de transmisión sexual (ITS) con foco en la sífilis. Con la velocidad que ameritaba, se puso al hombro un ensayo clínico con el objetivo de obtener los primeros resultados en un tiempo récord de 21 días. Ya anteriormente había solicitado la dimisión del comité de emergencia español por considerar que no tomaba decisiones adecuadas. En un artículo firmado por él y publicado en “El Periódico” de Barcelona a mediados de marzo advirtió que “no tomar medidas drásticas” se iba a traducir en “una situación dantesca”.

En la rueda de prensa online de presentación del estudio clínico explicó que “estamos diseñando una estrategia preventiva para detener la transmisión del coronavirus a la comunidad. Según la estadística acumulada que contamos, cada caso infecta durante 14 días una media del 15% de sus contactos. Es decir, de cada 20 contactos con una persona infectada, salen entre 2 y 3 nuevos infectados. El objetivo es reducir esta cifra”. El médico Oriol Mitjá habló con Infobae desde Barcelona sobre el disruptivo estudio que está llevando adelante.

– ¿En qué consiste este estudio que usted junto a su equipo inició este 1 de abril pasado para frenar el avance de la pandemia por coronavirus?

– En el estudio participarán casos positivos y personas que hayan estado en contacto con ellos, de la zona metropolitana norte de Barcelona (Maresme y Vallès Oriental) y de áreas con mucha incidencia como Igualada y alrededores. A los afectados por COVID-19 se les administrará Darunavir, un antiviral utilizado como fármaco contra el VIH, con el objetivo de reducir la carga viral (la cantidad de virus en la sangre) y, por tanto, la capacidad de transmitir el virus a otras personas. Por otra parte, a las personas que hayan estado en contacto cercano con la persona afectada por COVID-19 se les dará, como tratamiento profiláctico, un fármaco usado contra la malaria llamado hidroxicloroquina. Con esta estrategia la persona con COVID-19 sería infecciosa durante menos días y los contactos estarían más protegidos. De la misma manera, ofrecería protección al personal sanitario, el más expuesto al contagio.

– Ha hecho un llamamiento para encontrar voluntarios que quieran participar en su ensayo clínico, ¿cómo ha sido esa respuesta?

– Concretamente, buscamos a ciudadanos que hayan estado en contacto con alguien que haya sufrido la enfermedad. En caso de que sea así, se pide que se complete un formulario o que nos contacte.

– ¿Qué cree usted que tiene de diferencial este estudio respecto de otros que se están llevando adelante en estos momentos en el mundo también?

– La propuesta es pionera y se diferencia de la mayoría de los ensayos clínicos que se están llevando a cabo en todo el mundo porque no persigue la curación de los pacientes, sino que pone el foco en cortar la transmisión: pretende prevenir que los contactos de una persona infectada no se contagien con el coronavirus.

El estudio ha recibido el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entidad que ha destacado el modo en que se ha planificado y lo reducido de su costo de implementación. A la par ha creado interés en la fundación que lidera el creador de Microsoft, Bill Gates y su esposa Melinda. El atractivo que despertó el estudio científico generará encuentros entre dichas entidades y los directivos del estudio. Se prevé que el Departamento de Salud de Cataluña centralizará los datos obtenidos. Todos los trámites implicados han tenido una bajísima burocratización, con un fuerte compromiso del estado. “Lo que habitualmente tarda un año se ha acortado a poco más de una semana”, indicó Mitjà.

– ¿Qué nuevo escenario permitiría este estudio si funciona?

– Esencialmente podría reducir la transmisión comunitaria y plantear cambios en las medidas preventivas de aislamiento y movilidad.

– Los sujetos asintomáticos son el gran dilema en este escenario…

– Sabemos que, por ejemplo, entre un 10 y un 15% de los catalanes, casi medio millón de personas, han sido infectadas por el coronavirus, no todos con síntomas. No está garantizado que todos ellos sean inmunes, pero si pasaran la enfermedad una segunda vez no sería tan grave como el primer contagio. El riesgo de desconfinar será la aparición de nuevos rebrotes y por tanto será necesario encontrar los casos positivos y aislarlos de forma rápida.

– Usted ha elaborado un informe junto a un colega que ha sido dirigido a las autoridades de salud para programar una salida ordenada de la cuarentena, una temática que tiene en alerta a los gobiernos de los países que han entrado en ella. ¿Cuáles son sus puntos más relevantes?

– Planteamos una salida escalonada, empezando por las personas más jóvenes y sanas y dejando para el final los mayores, la apertura de escuelas y los acontecimientos de más de 50 personas. También remarcamos que habrá que hacer muchas pruebas para determinar quién ha pasado ya el virus, y también para detectar a los nuevos positivos. En función de eso, la persona común sana podría hacer una vida más o menos normal.

– ¿Esto supone que conviviremos con el coronavirus por un tiempo largo?

– El escenario de futuro más probable es que la transmisión del nuevo coronavirus no se pueda eliminar a corto plazo y se originen brotes recurrentes en los próximos meses. Tenemos una baja proporción de población inmunizada, un 15%, así que serán necesarias ciertas medidas coordinadas para salir del confinamiento.

– ¿Cuáles concretamente?

– Primero las personas jóvenes y sanas serán las que primero dejen el confinamiento, sin dejar de monitorear el impacto que su accionar pueda implicar al sistema de salud. Las personas de riesgo y todavía no infectadas tendrán que quedarse en casa más tiempo, mientras que la apertura de las escuelas y los grandes acontecimientos también tendrán que esperar. Como primera medida debería indicarse la apertura de los negocios que no son servicios básicos. En una segunda fase la suma a la actividad de bares y restaurantes y el permiso para que los menores de 70 años puedan salir a la calle. En este momento debería propiciarse la reapertura de escuelas. Finalmente, se levantaría la recomendación de quedarse en casa para las personas de más 70 años y se permitiría la celebración de acontecimientos de más de 50 personas.

– Una de las alertas más fuertes en los países occidentales es el escaso testeo de portadores sanos…

– En el informe indicamos que es importante realizar la prueba rápida serológica para determinar cuál es el “estado epidemiológico real” de la población.

– ¿Qué alternativas consideran apropiadas para llevarlo adelante?

– Sería ideal habilitar diferentes puntos, como farmacias, universidades o consultorios médicos. El resultado se obtiene en 15 minutos. Los que ya hubieran tenido el virus tendrían un certificado de inmunidad, lo que les permitiría no estar confinados. Los que tuvieran el virus en el momento del testeo tendrían que estar confinados 14 días, y se tendría que hacer un seguimiento de los que no lo hubieran tenido.

Inspirados en el control impuesto en Wuham, el epicentro en China de la aparición del virus, los especialistas señalan en su informe que sería adecuado contemplar un seguimiento de movilidad a través de tecnología GPS. “Cuando un ciudadano sea diagnosticado positivo, sus datos de movilidad y sus contactos durante el período de potencial contagio se capturarían de forma automática, y se podrían aislar. Cada persona tendría asociado un riesgo de infectividad con un código de colores: verde, naranja o rojo”, señaló el informe. Las aplicaciones móviles -sugiere Mitjá- permitirían identificar grupos de casos, zonas calientes con muchos enfermos detectados, lo que permitiría hacer confinamientos parciales en zonas geográficas delimitadas. “Si no hacemos las cosas bien habrá rebrotes”, advirtió.

– ¿Considera que no se hicieron las cosas bien en España?

– En España era factible anticipar el escenario y si la comunicación hubiera sido adecuada, la crisis actual se podría haber evitado en gran medida con el uso precoz de protocolos de control, o en el peor de los casos se podría haber mitigado si nuestros gestores sanitarios hubieran tenido la información para prepararse y planificar la gestión de los recursos con tiempo suficiente. Tal vez frenar la entrada del virus era imposible, porque implicaba confinar a un país sin casos, pero se podrían haber comprado equipos y diseñado protocolos que no pusieran a nuestro personal de la salud en la primera línea de una batalla que ahora mismo libran a destajo y sin las armas adecuadas.

Autora: Flavia Tomaello

Fuente: Infobae