Explorar el impacto que ciertos nutrientes o alimentos específicos tienen sobre distintas condiciones de salud es uno de los grandes desafíos de la epidemiología nutricional. Si bien las investigaciones en ese campo abren la posibilidad de alentar recomendaciones fundadas con fines preventivos, y suelen despertar un gran interés en la población y en los medios de comunicación, a menudo, dependiendo del diseño de los estudios, no es posible determinar la existencia de relaciones de causa-efecto.
Un reciente trabajo en el que evaluamos la relación entre el consumo de yerba mate y la incidencia de la diabetes tipo 2 pone de manifiesto las potencialidades y las limitaciones de la metodología científica empleada y de los mensajes sanitarios que se pueden derivar de él.
Un estudio observacional longitudinal que realizamos en el IECS se basó en el análisis de los datos de 2.615 participantes de Argentina de CESCAS 1: el estudio de cohorte prospectivo de base poblacional en cuatro ciudades latinoamericanas que evalúa la detección y el seguimiento de enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo en adultos de ambos sexos de 35 a 74 años. Los participantes, de Bariloche y Marcos Paz, respondieron una encuesta de hábitos alimentarios e historia clínica personal y familiar. De ese total, 2.457 contaron además con exámenes de laboratorio estandarizados. El tiempo promedio de seguimiento fue de 2,11 años.
La investigación confirmó primero la popularidad del mate entre los argentinos (el 73% de los encuestados informó consumir a diario mate cebado en la etapa basal, y otro 15% dijo beberlo con esa frecuencia como mate cocido). Luego estudiamos el consumo de mate en la población de participantes sin diabetes al inicio del estudio (en 2010). Los resultados fueron elocuentes.
Pudimos identificar una asociación que consideramos de interés teniendo en cuenta los hábitos alimentarios de nuestra población: ajustando por variables potencialmente confundidoras, la ingesta de la infusión basal se asoció con menor incidencia de diabetes a los 24 meses. Efectivamente, se observó que quienes tomaban más de 550 ml. de mate al día presentaban un menor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 en comparación con quienes no consumían mate o tenían un consumo menor a 100 ml. En cambio, no hubo diferencias en los cambios en el perfil lipídico, las variables antropométricas o la presión arterial.
El hallazgo va en línea con estudios previos (incluyendo varios relacionados con café). Ciertos componentes bioactivos del mate podrían estar relacionados con el efecto incluyendo polifenoles, cafeína y saponinas, pero se necesitan más estudios para identificar de una serie de potenciales mecanismos, cuáles serían los involucrados.
Por ahora, como conocemos, asociación no es causa. Lo que podemos afirmar es que el trabajo fortalece la hipótesis de que tomar la infusión estaría relacionado con el menor riesgo de desarrollar diabetes. Para determinar si esta relación es causal será necesario realizar otro tipo de estudios. Mañana podría recomendarse el mate como parte de la alimentación para, por ejemplo, personas con prediabetes u otros factores de riesgo. Hoy no contamos con suficiente evidencia para hacerlo, pero si con datos que justifican seguir estudiando esta posible intervención.
Autora: Dra. Natalia Elorriaga, doctora en ciencias de la salud, licenciada en nutrición y magister en Efectividad Clínica. Investigadora del Centro de Excelencia en Salud Cardiovascular para América del Sur (CESCAS) del IECS.
Fuente: IECS