Las enfermedades infecciosas constituyen un problema mayor de salud pública a nivel mundial, dado que están asociadas con una elevada morbimortalidad en todas las áreas o contextos, incluyendo tanto los Servicios de Urgencias (SU), en los cuales suponen un elevado porcentaje de la carga de trabajo y una de las principales causas de ingreso hospitalario, como las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), en las que la sepsis son la causa principal de muerte en las unidades no coronarias. Además, el consumo de recursos sanitarios asociados al tratamiento de la sepsis es muy elevado.
“En el ámbito de las UCI, el análisis de los datos relativos al período 2006-2011 revela un aumento significativo del número de ingresos por sepsis grave/shock séptico, de su incidencia y de la mortalidad asociada, aunque sí se produjo un descenso significativo de la tasa de letalidad, que algunos autores asocian al impacto positivo de las campañas educacionales sobre el manejo de la sepsis”, aclara el Dr. Luis García de Guadiana, coordinador del curso.
Respecto al ámbito de los SU, se ha producido un incremento en la última década de la prevalencia de las infecciones atendidas, que alcanzó el 14,3%, así como del número de pacientes con criterios de sepsis, el 6,2%. Esto puede explicarse por el aumento de la esperanza de vida, la mayor supervivencia de los pacientes con enfermedad neoplásica o el mayor número de pacientes sometidos a tratamientos inmunosupresores o terapias biológicas, factores todos ellos que condicionan un aumento de la susceptibilidad a la infección.
Después de 26 años, se modifica la definición de sepsis y shock séptico
Las definiciones de sepsis y shock séptico han permanecido prácticamente invariables desde la primera conferencia de consenso del año 1991 y han sido los avances en el conocimiento de la fisiopatología de la sepsis los que han llevado a revisar dichas definiciones.
De este modo, el grupo de trabajo formado por expertos en sepsis de la European Society of Intensive Care Medicine y de la Society of Critical Care Medicine han definido la sepsis como “la disfunción orgánica —definida por una variación de 2 o más puntos en la escala SOFA— causada por una respuesta anómala del huésped a la infección que supone una amenaza para la supervivencia”.
“Además, se desarrolla una nueva escala, denominada quick SOFA, especialmente dirigida a los Servicios de Urgencias (SU), que incluye exclusivamente criterios clínicos fácil y rápidamente mensurables como la alteración del nivel de conciencia, la presión arterial sistólica y la frecuencia respiratoria a pie de cama, por lo que resultaría útil en la identificación de los pacientes que pudieran precisar de un nivel de vigilancia más estrecho y un estudio más específico en busca de la posibilidad de presentar disfunción orgánica”, añade el Dr. Julián-Jiménez, ponente del curso.
Una de las principales diferencias en la nueva definición es la eliminación del término sepsis grave, por lo que muchos cuadros antes definidos como sepsis se entienden ahora como cuadros infecciosos no complicados. “En este sentido, se debe discutir el papel de los biomarcadores, sus puntos de corte e indicaciones protocolizadas en este nuevo escenario”, destaca el Dr. García de Guadiana.
Los biomarcadores en el manejo de la infección y sepsis
Los marcadores bioquímicos desempeñan un papel fundamental en el abordaje de la infección y evaluados de forma conjunta con otros datos, constituyen una herramienta clave para el diagnóstico, estratificación del riesgo, pronóstico y monitorización de la respuesta a la terapia antibiótica. Sin embargo, actualmente no existe ningún biomarcador de infección que reúna las características adecuadas para ser considerado “ideal”, lo que hace que el desarrollo y evaluación de nuevos biomarcadores de infección sea un área de investigación de plena actualidad. Esta necesidad junto con la reciente publicación de la nueva definición de sepsis y la actualización de las recomendaciones de la Surviving Sepsis Campaign obliga a revisar el papel de los biomarcadores y las novedades en este campo.
La medida de la procalcitonina (PCT) es hoy en día el biomarcador de infección más utilizado en la práctica clínica para la toma de decisiones en el manejo del paciente con infección y sepsis, tanto en el contexto de la urgencia médica como en el paciente crítico. Sin embargo, la Dra. Eva Guillén Campuzano, ponente del curso, advierte de la necesidad de disponer en nuestros laboratorios de ensayos validados, no sólo desde el punto de vista analítico sino también desde el punto de vista clínico.
Además es importante conocer las limitaciones de la PCT. Por ello, el Dr. García de Guadiana indica que “la búsqueda de nuevos biomarcadores de infección sigue siendo un campo de la investigación de plena actualidad”. En este sentido, asegura que el futuro en este terreno pasa por avanzar en el desarrollo y la utilización de las técnicas de diagnóstico molecular que permitan la detección rápida de determinados componentes del agente patógeno en las muestras biológicas y la instauración del tratamiento adecuado.
“En cualquier caso y dada la carencia de un biomarcador de infección ideal, los profesionales de laboratorio debemos implicarnos en el desarrollo y evaluación de nuevos biomarcadores, en colaboración con los clínicos, que son el usuario final de los mismos”, subraya el Dr. García de Guadiana.
Resumen
- Las enfermedades infecciosas constituyen un problema mayor de salud pública a nivel mundial, y suponen un elevado porcentaje de la carga de trabajo y una de las principales causas de ingreso hospitalario en los Servicios de Urgencias.
- Un marcador bioquímico de infección debe ser una herramienta útil para el diagnóstico, estratificación del riesgo y pronóstico y monitorización de la respuesta a la terapia antibiótica.
- Los avances en el conocimiento de la fisiopatología de la sepsis han llevado a revisar las definiciones de sepsis y shock séptico.
- El laboratorio aporta herramientas esenciales como la procalcitonina y el lactato para el manejo de la infección/sepsis.
- Los profesionales de laboratorio, en colaboración con los clínicos, han de implicarse tanto en el desarrollo como en la evaluación de nuevos biomarcadores.
Fuente: SEQCML