A continuación, el artículo publicado en el blog del Dr. Peter Hotez:
Tengo una perspectiva única de los últimos titulares que rodean las vacunas y sus presuntos vínculos con el autismo. Me desempeño como Presidente del Instituto de Vacunas Sabin, una organización sin ánimo de lucro dedicada a las vacunas y la inmunización. En ese rol, soy director de su asociación para el desarrollo de productos (PDP), con base en el Colegio Baylor de Medicina, el Instituto de Vacunas Sabin y el Centro para el Desarrollo de Vacunas del Hospital de Niños de Texas, que fabrican vacunas para enfermedades tropicales desatendidas –un grupo de infecciones parasitarias y relacionadas, promovidas por la pobreza– que incluyen nuevas vacunas contra la esquistosomosis, la enfermedad de Chagas y la leishmaniosis, entre otras.
Pero también soy padre de cuatro niños, incluyendo a Rachel, mi hija adulta que tiene autismo y otras discapacidades mentales. Estas dos partes de mi vida me colocan en un nexo interesante en un debate nacional sobre el autismo y las vacunas. Mi posición es firme: no existe un vínculo y también creo que no hay credibilidad acerca de este vínculo. Mi posición se basa principalmente en la literatura científica, junto con mi perspectiva como padre de una autista, testigo de primera mano del impacto de esta enfermedad en Rachel y nuestra familia.
En cuanto a la literatura científica, pensé que podría ser útil compartir con la comunidad de personas interesadas, los principales artículos revisados por pares que consulto regularmente para respaldar mis sentimientos y mi posi-ción a favor de las vacunas. Estos son los artículos que cito a menudo cuando hablo con periodistas y otras personas interesadas. Juntos rebaten los argumentos de que el autismo está vinculado a la vacunación, incluyendo:
- la vacuna triple viral,
- las trazas del timerosal utilizado en algunas vacunas,
- el corta intervalo entre las vacunas.
Documentos que refutan los vínculos entre las vacunas infantiles y el autismo
En primer lugar, están los estudios recientes (que involucran a cientos de miles de niños) que demuestran que no existe ningún vínculo y que son citados en un reciente artículo de mi autoría que predice que Texas pronto experimentará una epidemia de sarampión a causa de las generalizadas exenciones no médicas. Los documentos refutan tanto el vínculo de la vacuna triple viral como el del timerosal con el autismo.
- Jain A, Marshall J, Buikema A, Bancroft T, Kelly JP, Newschaffer CJ (2015) Autism occurrence by MMR vaccine status among US children with older siblings with and without autism. The Journal of the American Medical As-sociation 313(15): 1534–40. doi: 10.1001/jama.2015.3077. pmid:25898051 (consultar aquí)
- Uno Y, Uchiyama T, Kurosawa M, Aleksic B, Ozaki N (2015) Early exposure to the combined measles-mumpsrubella vaccine and thimerosal-containing vaccines and risk of autism spectrum disorder. Vaccine 33(21):2511–6. doi: 10.1016/j.vaccine.2014.12.036. pmid:25562790 (consultar aquí).
- Taylor LE, Swerdfeger AL, Eslick GD (2014) Vaccines are not associated with autism: an evidence-based metaanalysis of case-control and cohort studies. Vaccine 2014; 32(29): 3623–9. doi: 10.1016/j.vaccine.2014.04.085. pmid:24814559. (consultar aquí).
Estos tres estudios epidemiológicos son los más recientes, además de la lista de 21 páginas de documentos compilados por la Academia Americana de Pediatría (AAP) (consultar aquí).
Documento que refuta el vínculo entre la inmunización materna y el autismo
Con respecto a la inmunización materna hay un nuevo artículo de 2017 que demuestra que la vacunación antigripal materna tampoco tiene ningún impacto sobre el autismo:
Zerbo O, Qian Y, Yoshida C, Fireman BH, Klein NP, Croen LA (2017) Association Between Influenza Infection and Vaccination During Pregnancy and Risk of Autism Spectrum Disorder. The Journal of the American Medical Association – Pediatrics. 2017 Jan 2;171(1):e163609. doi: 10.1001/jamapediatrics.2016.3609. (consultar aquí).
Estudio en primates no humanos
Más allá de estos estudios epidemiológicos, están los importantes estudios experimentales en primates no humanos que demuestran que la serie de vacunas pediátricas no produce comportamientos de tipo autista o neuropatologías:
Gadad BS, Li W, Yazdani U, Grady S, Johnson T, Hammond J, Gunn H, Curtis B, English C, Yutuc V, Ferrier C, Sackett GP, Marti CN, Young K, Hewitson L, German DC. Administration ofthimerosal-containing vaccines to infant rhesus macaques does not result in autism-like behavior or neuropathology. Proceedings of the National Academy of Sciences. USA. 2015 Oct 6;112(40):12498-503. (consultar aquí).
De acuerdo con el resumen del estudio: “se aplicaron a las crías de primates no humanos vacunas similares a las que se aplican a bebés humanos para determinar si los animales exhibían alteraciones del comportamiento y/o neuropatológicas características del autismo. No se observaron alteraciones del comportamiento en los animales vacunados, ni tampoco alteraciones neuropatológicas en cerebelo, hipocampo o amígdala. Este estudio no apoya la hipótesis de que las vacunas que contienen timerosal y/o la vacuna triple viral juegan algún papel en la etiología del autismo”.
Tomados en conjunto, estos estudios demuestran que las vacunas infantiles o maternas no causan autismo.
Ausencia de plausibilidad
También señalo la ausencia de plausibilidad de cualquier relación entre las vacunas infantiles y el autismo. Numerosos estudios indican que el autismo está asociado con alteraciones en el neocórtex del cerebro en el embarazo temprano, antes que el niño reciba las vacunas. Los datos están muy bien presentados en el siguiente artículo:
- Stoner R, Chow ML, Boyle MP, Sunkin SM, Mouton PR, Roy S, Wynshaw-Boris A, Colamarino SA, Lein ES, Courchesne Patches of disorganization in the neocortex of children with autism. The New England Journal of Medicine. 2014 Mar 27;370(13):1209-19. doi: 10.1056/NEJMoa1307491. (consultar aquí).
Este tipo de estudios, que muestran cambios profundos en la reorganización del cerebro refuerzan marcadamente las bases genética y epigenética del autismo. Una vacuna simplemente no podría hacer esto, y los datos lo apoyan.
En cambio, hay una gran cantidad de interesantes estudios que identifican nuevos genes y la epigenética vinculados con el autismo. Por ejemplo, un excelente artículo publicado en Nature Neuroscience1.
Mi posición es que si también hay algún componente ambiental en el autismo, tendría que ser algo que ocurre temprano en el momento de la concepción o durante el primer trimestre del embarazo. La principal vacuna administrada durante el embarazo es por lo general la vacuna contra la influenza, pero el estudio publicado en The Journal of the American Medical Association – Pediatrics señala que no existe vínculo alguno.
Desde mi perspectiva, el movimiento antivacunas está creciendo en fuerza e impulso. Con el fin de contrarrestar las acusaciones de que las vacunas podrían causar autismo, es a la vez útil e informativo tener acceso a algunas publicaciones científicas recientes que son clave.
- Puede consultar el artículo completo, en inglés, haciendo clic aquí (requiere suscripción).
Fuente: REC