Los investigadores revisaron los casos reportados a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) por 14 países donde la enfermedad es endémica: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Guyana, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay y Perú.
Tras cruzar esos datos con variantes poblacionales y geográficas, obtuvieron mapas estadísticos de la distribución e incidencia de la enfermedad en la región. Los 636.683 casos de leishmaniosis cutánea reportados entre 2001 y 2011 representan una incidencia media de 15,89 casos cada 100.000 habitantes. La mayoría de los casos en dicho periodo (270.572) fueron registrados en Brasil, mientras 256.261 fueron reportados entre Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Sin embargo, solo en 2008 Nicaragua registró 102,77 casos cada 100.000 habitantes y Panamá, en 2006, 110,56 casos cada 100.000 habitantes.
Para Ana Nilce Silveira Maia-Elkhoury, asesora regional de leishmaniosis de la OPS y autora principal del estudio, es posible que el aumento de los casos sea una consecuencia de cambios ambientales o demográficos recientes en la región. “La deforestación, la urbanización y el cambio climático han favorecido el contacto del ser humano con los insectos vectores del parásito causante de la enfermedad”, dijo.
La leishmaniosis cutánea afecta a 1,2 millones de personas en el mundo, sobre todo las más pobres, que viven en áreas aisladas, sin acceso a tratamiento adecuado.
La enfermedad en Latinoamérica puede ser causada por hasta 15 especies diferentes de parásitos del género Leishmania, que son transmitidos a los humanos por hasta 50 especies de insectos vectores. En Brasil, Leishmania (Viannia) braziliensis es la causante de la forma más común de leishmaniosis en humanos.
Para el bioquímico André Tempone, investigador del Centro de Parasitología y Micología del Instituto ‘Adolfo Lutz’, Brasil, el estudio tiene gran valor porque puede ayudar a mejorar las acciones de vigilancia en las regiones más afectadas. “Los datos señalan la necesidad de invertir en el control e investigación de las enfermedades olvidadas. Los gobiernos deben asumir este papel, porque el sector privado no lo hará, pues no hay ningún interés económico”, dijo.
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Fuente: REC